Hace años, fui consejero en un campamento donde había jóvenes rebeldes. Su conducta me resultaba un desafío interesante, ya que maltrataban a los animales en el zoológico de mascotas y, en ocasiones, se peleaban entre ellos. Por eso, adopté un método tranquilo, pero firme, para liderarlos. Aunque a veces me exasperaban, siempre me aseguraba de que materialmente no les faltara nada.
A pesar de que por fuera me mostraba amable y amoroso, solía sentir que solo estaba «soportándolos». Eso me llevó a orar y a reflexionar sobre cómo el Padre celestial provee para sus hijos rebeldes. Al relatar la historia del éxodo de los israelitas, Pablo declaró: «Y por un tiempo como de cuarenta años [Dios] los soportó en el desierto» (Hechos 13:18). En griego, una de las connotaciones de la palabra «soportó» se refiere a proveer pacientemente para suplir las necesidades de las personas aunque estas no demuestren agradecimiento.
Algunos no reaccionan de manera favorable ante nuestros esfuerzos por mostrarles interés y dedicación. Cuando esto sucede, sería útil recordar que Dios es paciente con nosotros y que nos ha dado su Espíritu para que demostremos amor a aquellos que son difíciles de amar o desagradecidos . (Gál 5:22-23 OSO) Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Señor, danos tu paciencia para tratar con aquellos que son difíciles de amar.
Sé tan paciente con los demás como Dios lo ha sido contigo.
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